domingo, 3 de mayo de 2009

CANDOMBE APRENDIZ

El estruendo de los tambores se va haciendo reconocible... de a poco, con cada vez, con cada pasada... el estruendo del tambor se va haciendo reconocible... y sucede la llamada y mas personas, y distintas personas acuden a la llamada... porque así se acude a una llamada, reconociendo de a poco que a mi, a nosotros, a otros, nos llaman.El candombe asume así esa forma de halo, de perfume que envuelve a quienes se dejan envolver. Se ofrece, se sopla, se empuja... alivia el aire, lo aliviana, para hacernos flotar en el compartir... si, compartir, a pesar de la normalidad, más allá de la normalidad, como envoltura incandescente capaz de encendernos los cuerpos en la rítmica danza de pasos pequeños y exuberantes a la vez.Los tambores, herramientas de espiritualidad, abrepuertas... suenan y en el desparpajo de la continuidad desafiante, exigen un trance contradictoriamente lúcido. En la extensión de este sonido se halla la extensión de nuestros abrazos y, fundamentalmente, la intención de abrazar... se afirma así como grupalidad, como clara afirmación de la necesidad del nosotros, como responsabilidad que insiste en la necesaria multiplicación...Hay hoy un candombe que es ámbito, bastante más que ritmo... y es ritmo, obviamente... como núcleo vital. En ese candombe que es situación, que es espacio abierto y convocante, creo... el candombe chaqueño viene siendo de a poco un candombe de comunidad, con insistente vocación de goce, con exigentes planteos de apertura, con poderosa tensión en las diferencias... un candombe aprendiz, eternamente aprendiz, capaz de crecer como pequeño gran mundo de alternativas...
Mauri.

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