Se templan los tambores en el fuego... el fuego que rechina como un presagio del ritmo que se viene.
Ritmo ancestral que sale de la madera y el cuero, ante el cual los árboles pareciera que bailaran, será posible? no se... pero sí bailan las bailarinas, como posesionadas, enraizadas a la tierra al ritmo del piano y otras veces flotando en el aire al son del chico.
Duelen las manos y hasta sangran, se acalambran los brazos, ah... pero que sonido mágico. Ritual de los antepasados en armonía con la naturaleza.
La música de los tambores va contando historias. Historias de trabajo, de sudor, de cadenas, de añoranzas.
Es un momento de libertad entre tanta esclavitud, pues no se escucha otra cosa, nada lo calla, y el yugo del látigo se desvanece.
Paula.
lunes, 25 de agosto de 2008
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